TANI TANI Boletín electrónico, Nr.432- Año V, 25 de enero 2011  

Asociación Boliviana Europea se pronuncia y pide la eliminación de los incisos de la Convención Única .

En los Andes suramericanos: El derecho a masticar hojas de coca
Corregir un error histórico de la ciencia

Guillermo Delgado-P.1

2009 es el año en que el gobierno boliviano solicitó corregir la Convención Unica sobre Estupefacientes, Lista 1, de las Naciones Unidas emitida hace cincuenta años. La oficial solicitud tiene que ver con una propuesta de enmienda con el objeto de re-evaluar, quitar o eliminar una injustificada prohibición que criminaliza la masticación de las hojas de coca (Erythroxylum coca) en los Andes suramericanos. Se sabe que objetan esta solicitud gobiernos influyentes: EE.UU. Rusia, Japón, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Suecia y Dinamarca, habiendo favorablemente votado, el resto de la comunidad internacional, la enmienda que reconoce una milenaria práctica de las culturas andinas. Legalmente hablando, deben transcurrir diez y ocho meses antes de abrogar, corregir o enmendar una Convención como la mencionada; en este caso en cuestión, el 31 de Enero del 2011 se cumple el tiempo necesario. En este artículo me propongo ofrecer evidencias y hechos que coadyuban la necesidad de rechazar la anacronía del documento prohibitivo de 1960. Subrayo que opté por precisar más bien la dimensión antropológica de la problemática. Para ello revisaré algunos hechos de la práctica cultural andina respecto de la masticación de hojas de coca que no han sido tan accesibles al público interesado.

Primero, una nota íntima. Caracoles, con su mina de estaño y antimonio Pacuni, se encuentra en el Departamento de La Paz, a un poco más de 4.500 metros de altura. Yo visité esta mina en dos ocasiones. A una considerable distancia y similar altura también están mina Alaska y mina Argentina—se puede intuir por qué la referencia a éstos nombres: Alaska nos refiere el largo y nevado invierno, y argentina, el metal. En ese páramo andino la palabra ‘verano’ deviene en un palabra poética porque es sólo una referencia simbólica, una metáfora. Una ensalada es un plato de onomástica referencia porque no crecen legumbres a esas alturas. La escuálida escorzonera de flor amarilla, la t’ola y el ichu, son las únicas referencias a cierta naturaleza áspera aunque viva, obstinada y persistente—lo demás es un viento gélido y penetrante. Es el frío el que domina y la gente andina de esos parajes ha aprendido a domesticar el frío que los cóndores rechazan desdeñosos y con sorna. Los mineros que viven y trabajan a tal altitud “p’ijchean” coca. También llaman a esta práctica ritual “Akhulliku”—ambos términos traducen la convergencia humana.

Esta palabra de raíz quechua “p’ijchu” significa “mascar coca en comunidad.” La masticación de la coca necesita además de una “llipt’a”, es decir, una especie de galleta hecha de cenizas de los tallos de quinua y que masticada ayuda a extraer una porción elemental del alcaloide de la hoja de coca, cuanto más frescas, mejor. Entre los kogi de La Sierra Nevada de Santa Marta en vez de “llipt’a” se utiliza un “poporo”, es decir un poro de calabaza en el que se ha depositado la ceniza. Un palo húmedo de saliva, mientras se masca la coca, ayuda a remover la ceniza de pulverizadas conchas marinas. La antropología física ha registrado este paleolítico ‘rito’ durante todo el Siglo XX—aunque ya aparece mencionado en las crónicas españolas de la colonia—y ella ha querido ofrecer una razón científica para explicar el por qué fisiológico de la masticación de la coca a tal altitud. Recordemos que sólo entre un tres o cuatro por ciento de la población mundial vive a más de 3.500 metros de altura.

La primera explicación de la masticación de la coca tiene que ver con el oxígeno rarificado y la dificultad que el ser humano debe enfrentar para poder sobrevivir en esos inhóspitos páramos. Al masticar la hoja de coca se añade oxígeno a las células rojas de la sangre que lo transportan, y los habitantes de altura pueden respirar cómodamente. Por generaciones tales habitantes están adaptados a ello. Los mineros de Caracoles que yo observé no pudieron haber vivido sin ese rito de la masticación de la coca. Siendo una práctica milenaria (y esto, no es un decir porque registrado está en el record arqueológico) esos habitantes de altura recurren a su convicción cultural por motivos fisiológicos. Aunque es cierto que una mejor alimentación y la disponibilidad de un mejor tratamiento médico desecharía la masticación de la coca, tales beneficios son mezquinos. Empero, no se ofrece ni mejor alimento ni mejor atención médica, y el trabajo minero se transforma en uno de los más trágicos siendo el promedio de vida de dichos obreros un poco más de 40 años.

Una segunda explicación tiene que ver con la tesis de la complementaridad dietética. La coca posee catorce vitaminas naturales que no sólo el alcaloide que es un aislado aspecto de su compleja composición (desgraciadamente, el que demanda el mercado internacional y el ávido apetito del drogadicto). Es interesante que, como un díscolo e irónico detalle de la historia, el consumo de la cocaína, y aun su criminalización, apareciera por vez primera en 1936, en el film Modern Times, escrita, dirigida y actuada por Charles Chaplin. O sea que no es una problemática contemporánea porque ya en 1860 el presidente estadunidende Lincoln compró una botella de vino de coca en una farmacia de Springfield, Illinois. Y hé aquí una perpleja explicación, sobretodo de la relación entre países poderosos y países pobres como Bolivia. En todos éstos años de ‘ayuda alimentaria’ procedentes de los países ricos se ha reducido la dieta del pueblo a un trio de cereales (trigo, arroz, avena), leche en polvo, y a la sobreabundancia del azúcar en gaseosas y otros perecibles alimentos carentes de vitaminas. Un porcentaje alto de la población andina (en Bolivia, Colombia, Perú y el norte Argentino) ante esta lúgubre estadística recurre a la masticación de la coca. Estos dos puntos nos hacen pensar, claramente, que la hoja de coca no significa que es cocaína. Los movimientos sociales andinos por esta razón enfatizan en sus protestas: “coca no es cocaína”.

La criminalización de la masticación de la coca es un error de los mitos de la ciencia occidental. En 1901, el investigador Golden W. Mortimer llamó a la hoja de coca: “the divine plant of the Incas.” Cuando “Coca-Cola” añadió una escasa porción del alcaloide a la famosa gaseosa, ya durante las últimas décadas del siglo XIX, nadie dijo nada, porque todos estaban felices. Los hermanos Candler que fundaron Coca Cola, para 1903 ya habían acumulado unos buenos millones de dólares; ese año marca la eliminación del alcaloide en la fabricación de la bebida, pero no la de la hoja de coca. Pensándolo bien, éste es un buen ejemplo de lo que el geógrafo David Harvey llama la “acumulación por desposesión”. Mientras que Coca Cola Company acumulaba la riqueza en base a un pequeño detalle de su receta, que yo sepa ningún cultivador de la coca andina recibió beneficio alguno, excepto caries en los dientes y desnutrición. Esta historia de tantas idas y venidas nos dirige mucho menos que al áulico Sigmund Freud. En su texto “Über Coca” (1884), sin jamás haber probado una hoja de coca, y ni siquiera haber pisado por accidente los Andes suramericanos, asemeja en equivalencia la coca con la cocaína (la fuerza colonial del privilegio, ¿no?). Craso error. Desde entonces, gracias a este desliz y la errada autoridad del psicológo, países que condenan la masticación de la coca le creen más a Freud porque es Freud, que a la ciencia del presente que no logra rectificar el histórico error de un padre del pensamiento occidental. Freud estaba equivocado pero … es europeo. Debemos reconocerle a Freud paternidad sobre un sólo aspecto de su conocimiento del alcaloide que sí tiene relación con la cocaína. De ese acierto salió el eufórico Hitler que consumía la droga. Y Ana Freud tendría otra apreciación de su padre.

Cuando una persona llega al aereopuerto de El Alto, La Paz, uno de los más altos del mundo, son casi cuatro mil metros sobre el nivel del mar, siente la cabeza liviana, sufre desgano, el hambre se amaina, y el corazón palpita como si el individuo estuviera jugando un partido de baloncesto, y eventualmente cualquier persona pierde peso. Algunos sufren leve hemorragia nasal. El metabolismo humano reduce su actividad. Posiblemente fue el año 2007 cuando Carlos Monsiváis visitó La Paz, y sintió el síntoma vomitando esporádicamente—“es que había olvidado donde estaba; ¡cómo pueden vivir a tal altura!”. Yo pensaba un poco más que el DF, pero no estimé bien, me equivoqué”—me dijo. En efecto, Monsiváis experimentó el famoso “soroche” en carne propia. Los mates de coca le ayudaron a sobrellevar el “soroche” y pudo dar su conferencia magistral. Soroche es una palabra que contribuye su contenido descriptivo al vocabulario de la humanidad y que debido al mal de altura sólo se la escucha en esos selenos parajes. Proviene del quechua “Suruqchiy”, falto de aire. El “soroqche” se combate cebando té de coca, o con la directa masticación de la misma hoja. Tan es conocido el “soroqche” que el menos informado conoce el término, inevitablemente, castellanizado: “soroche”.

Los quechuas y aymaras andinos sabían desde antes que la coca sería una maldición para los no-indígenas, como sabían que el tabaco (considerado un espíritu utilizado en las ceremonias de limpieza), aspirado en exageración, causaría estragos entre quienes lo abusaran. La masticación de la coca es un acto legal en Bolivia, siempre lo fue; se vende coca públicamente con propósitos rituales e incluso médicos. Según la arqueología, los pétreos monolitos, en sus bocas abultadas, revelan aspectos de la práctica ya hace seis mil años. La coca es también de uso corriente y ritual entre indígenas de la Amazonia, el Chaco Boreal, partes de Colombia (de donde fue nominalmente erradicada para 1940, retornando en pleno después de 1960). En el Chaco Boreal se mezcla la hoja de coca con el mate, resultando una saporífera infusión. En el Perú se utiliza otra palabra quechua para describir el rito de la masticación de la coca: “chaqchar”. Empero chaqchar siempre se ha visto a menos, un prejuicio virreynal lo precede. Al parecer, ahí, el legado colonial continua influyendo una errada percepción europea contra la masticación de la coca. Sin embargo, por tres coloniales centurias los mineros de Potosí que le dieron al mundo y a España las riquezas de la minería argentífera, lo hicieron mascando la coca que los españoles mismos les proporcionaban. Aquí, un decayente imperio se dió cuenta que podía retribuir a sus ‘mitayos’ (sistema incaico de servicio laboral minero adoptado por los españoles) en coca. Así, lo más probable es que la plata colonial de Potosí, extraída por los mineros andinos, haya financiado la misma construcción de Madrid. Mit’a es una palabra que perteneció al sistema económico de los incas y que se inmiscuye cual sempiterna herencia adaptándose a las prácticas que continúan vigentes en las minas andinas de hoy.

En razón de éstos no tan minúsculos pero ejemplares detalles respecto de la masticación de la coca, me pregunto cómo los EE.UU., Colombia, Rusia, Japón, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Suiza y Dinamarca, pueden criminalizar algo que no entienden y que no sienten. Lo único que se puede asumir es que su prejuiciada opinión todavía está basada en la histórica equivocación del psiquiatra—pero Freud es Freud y a él le hacen caso. Lo que no dicen es que Bolivia no es fabricante de “precursores” industriales que—otros investigadores ya lo han dicho—se necesitan para convertir las hojas de coca en cocaína. Ese es un proceso largo y tedioso además de ilegal. Esta elemental, pero significativa diferencia no supo explicar Freud. Estos precursores los venden países ricos que poseen laboratorios bien equipados que Bolivia no posee. Cortar la oferta de precursores destruiría la producción de cocaína, pero ningún país criminaliza precursores, varios están disponibles en el libre mercado, algunos fabricados por grandes y temerarias firmas. Pero este artículo consiste en ofrecer humanas razones para descriminalizar la masticación de la coca que es inicua e inofensiva, y reconocer el derecho de los pueblos indígenas a los productos que ellas y ellos mismos domesticaron, adaptaron o cuidaron (¿no se llaman ‘derechos de propiedad intelectual?’). Es más, algunos avezados cultivadores de las hojas de coca la han podido ofrecer para industrializarla. Ya existe harina de hojas de coca, pasta de dientes, té, caramelos para la tos e incluso abono natural; aunque los que realmente lucran con certitud son una turbamulta de farmaceúticas, Parke, Davis & Co., Merck, Beyer, Johnson&Johnson, etc.

Recientemente 143 países miembros de la ONU, a través de su Asamblea General, han aprobado y adoptado la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007). Acaban de firmarla EE.UU (2010). Nueva Zelandia (2009) y Australia (2009), los últimos en plegarse al documento. Un punto de esta universal declaración afirma el derecho de los pueblos indígenas a sus costumbres tradicionales, a su pluriverso. Una organización como es el International Drug Policy Consortium, IDPC, dice que: “Proteger los derechos culturales de los pueblos indígenas andino-amazónicos a masticar hojas de coca no subestima o socaba los esfuerzos internacionales dedicados a solucionar los problemas relacionados con el mercado de la ilegalidad.” Estos documentos a favor de los pueblos indígenas que no existían en 1960, cincuenta años después, revelan el aspecto arbitrario, racista, y culturalmente insensible que condenó la masticación de las hojas de coca en aquellos años. Su prerogrativa pertenece al privilegio colonial que en un contexto de cambios globales ya es anticuado y anacrónico. Forma parte de aquel clave concepto que Aníbal Quijano llama “la colonialidad del poder”, el privilegio de nombrar, aquello que la modernidad europea alzó como la única y central modalidad de concebir el tiempo y el espacio.

No obstante, hoy sabemos que existen varias cronologías, varios tiempos, varios espacios; siempre los hubieron. La masticación de la coca pertenece a la cronología andina, al tiempo andino, al espacio andino. Es otra la angustia del descontento que se revela en la fisiología del adicto, en la paranoia de los consumidores que demandan aquello en las grandes ciudades. El cocalero andino no es nada más que “un audidacta del arado”—como dijera de esos agricultores Alfredo Domínguez, el cantautor boliviano. Y pensándolo bien, los cocaleros reciben menos del dos por ciento de las narcoganancias totales. Lo mejor se queda en los países del centro. Es como el café: cuanto más lejos de la plantación, mucho más valioso. Para concluir debo mencionar que entre el 2009 y el 2010, al menos catorce reuniones internacionales, cumbres presidenciales, comunicados conjuntos, declaraciones presidenciales, se han adherido a la demanda que tienen los pueblos andinos de masticar hojas de coca en pleno derecho.

Relación de Declaraciones y Comunicados que respaldan la preservación del masticado de la hoja de coca y su propuesta de enmienda (Andean Information Network)

 

Documento

Lugar y fecha

Párrafo # y texto

Declaración de la VI Cumbre Extraordinaria del ALBA – TCP

Maracay – Venezuela,
24 de junio de 2009

45
Reafirmaron el derecho de toda cultura a existir, a preservar su propia identidad y sus prácticas milenarias, ancestrales e intrínsecas a su cultura. Coincidieron en que la reivindicación de los valores histórico-culturales, en particular el hábito de masticar las hojas de coca, es un derecho inalienable de los pueblos que tienen esa tradición y que en ese sentido la revalorización de la hoja de coca por sus propiedades benéficas y sentido cultural ancestral, es una decisión soberana  del pueblo y gobierno bolivianos, que merece el apoyo de la comunidad internacional. En este contexto, apoyaron el llamado del Estado Plurinacional de Bolivia a retirar  la hoja de coca de la Lista 1 de la Convención sobre Estupefacientes de 1961.y a eliminar toda prohibición del masticado de la hoja de coca de dicha convención.

Documento final de la
XV Cumbre de Jefes de Estado o de Gobierno
del Movimiento de Países No Alineados

Sharm El Sheik – Egipto,
16 de julio de 2009

480
Los Jefes de Estado o de Gobierno reafirmaron que todas las culturas tienen derecho a existir y preservar sus prácticas tradicionales que son inherentes a su identidad. En este contexto, reconocieron el derecho de los pueblos indígenas andinos a gozar plenamente de sus derechos tradicionales y milenarios, y tomaron nota del derecho del gobierno de Bolivia a defender y proteger esas prácticas para sus pueblos.

Comunicado Conjunto de los Presidentes de los Estados Partes del MERCOSUR y Estados Asociados (XXXVII Reunión del Consejo del Mercado Común)

Asunción - Paraguay,
24 de julio de 2009

26
Por otra parte y teniendo en cuenta  la reivindicación de los valores de los pueblos, reconocieron que el masticado de la hoja de coca es una manifestación cultural ancestral del pueblo de Bolivia que debe ser respetada por la Comunidad Internacional.

Declaración Presidencial de Quito (III Reunión Ordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Suramericanas – UNASUR)

 

Quito - Ecuador,
10 de Agosto de 2009

19
Teniendo en cuenta que uno de los objetivos de UNASUR establecido en su Tratado Constitutivo es  “la promoción de la diversidad cultural y de las expresiones de la memoria y de los conocimientos y saberes de los pueblos de la región, para el fortalecimiento de sus identidades”, reconocen que el masticado de la hoja de coca es una manifestación cultural ancestral  del pueblo de Bolivia que debe ser respetada por la  Comunidad Internacional.

Declaración de Nueva Esparta (II Cumbre América del Sur – África)

Isla Margarita – Venezuela,
27 de septiembre de 2009

81
POR  OTRA PARTE tomamos nota de que el masticado de las hojas de coca es una manifestación cultural ancestral del pueblo boliviano, que debe ser respetada por la Comunidad Internacional.

Declaración de la VII Cumbre de Jefes de Estado y  de Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) – El Amanecer de los Pueblos

Cochabamba - Bolivia,
17 de octubre de 2009

26 (Parte I)
La defensa de la identidad y la diversidad cultural es fundamental en la lucha contra el neocolonialismo. En ese sentido es importante avanzar en la revalorización y  despenalización del masticado de la hoja de coca, así como en retirar a la hoja de coca de la lista 1 de la Convención sobre Estupefacientes de 1961.  

Comunicado Conjunto de Presidentes Reunión XXXVIII MERCOSUR y Estados Asociados

Montevideo-Uruguay,
8 de diciembre de 2009

29
Teniendo en cuenta  la reivindicación de los valores de los pueblos, reconocieron que el masticado de la hoja de coca es una manifestación cultural ancestral del pueblo de Bolivia que debe ser respetada por la Comunidad Internacional.

Declaración Presidencial de Habana-Cuba VIII Cumbre ALBA-TCP

La Habana-Cuba,
14 de diciembre de 2009

27
Ratificaron su solidaridad con el propósito de revalorizar la práctica ancestral del masticado de la hoja de coca, eliminar su prohibición en los instrumentos internacionales y retirar a la hoja de coca de la lista 1 de la Convención sobre Estupefacientes de 1961. 

Declaración Presidencial de OTAVALO X Cumbre ALBA-TCP

Otavalo – Ecuador,
25 de Junio de 2010

11
En este marco de respeto y garantía de los derechos consuetudinarios, y en consideración a que la hoja de coca es un elemento central de las culturas Andino Amazónicas, los países del ALBA ratifican la solidaridad y apoyo en el propósito de revalorizar la práctica ancestral del masticado de la hoja de coca (akullico), eliminar su prohibición en los instrumentos internacionales y retirar a la hoja de coca de la lista 1 de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961.

Comunicado Conjunto de Presidentes Reunión XXXIX MERCOSUR y Estados Asociados

San Juan- Argentina,
3 de agosto 2010

30
Teniendo en cuenta la reivindicación de los valores de los pueblos, reconocieron que el masticado de la hoja de coca es una manifestación cultural ancestral del pueblo de Bolivia que debe ser respetada por la Comunidad Internacional.

Declaración Presidencial de Quito (IV Reunión Ordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Suramericanas – UNASUR)

Georgetown - Guyana, 26 de noviembre de 2010

32
Teniendo en cuenta la reivindicación de los valores de los pueblos, reconocieron que el masticado de la hoja de coca es una manifestación cultural ancestral del pueblo de Bolivia que debe ser respetada por la comunidad internacional.

XX Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno

Mar del Plata -
Argentina,
4 de diciembre 2010

10
[…] fomentando entre otros el respeto a los saberes, prácticas y conocimientos reconocidos en la Declaración de las Naciones Unidas de los Pueblos Indígenas.

Comunicado Conjunto de Presidentes Reunión XL MERCOSUR y Estados Asociados

Foz de Iguazú- Brasil,
17 de diciembre 2010

27
Teniendo en cuenta la reivindicación de los valores de los pueblos, reconocieron que el masticado de la hoja de coca es una manifestación cultural ancestral del pueblo de Bolivia que debe ser respetada por la Comunidad Internacional.

 

 

 

1 Dicta clases en el Departamento de Antropología, Universidad de California, Santa Cruz. El autor agradece al Andean Information Network cuyo cuadro de declaraciones se reproduce al final del artículo.