Origen y evolución del Socialismo del Siglo XXI
H. Dieterich, 27-03-2010
El Socialismo del Siglo XXI tiene doscientos años de evolución y cuatro fases de desarrollo. La revolución es parte de la evolución: es su última ratio.
Un importante político del “Socialismo realmente existente” me preguntó esta semana: “¿De dónde viene el Socialismo del Siglo XXI? Parece que cayó del cielo.” Le respondí que la creación desde la nada ---la famosa creatio ex nihilo--- solo existe en las fantasías de los teólogos y que la ciencia trabaja sobre el axioma de la creatio ex materia: la creación desde la materia preexistente. Seguimos hablando y me pidió que escribiera una breve exposición sobre el “genoma” y la evolución del Socialismo del Siglo XXI.
El Socialismo del Siglo XXI tiene una historia evolutiva de doscientos años (bicentenaria), en la cual se pueden distinguir cuatro fases de desarrollo. Su fase fundacional se remonta a los tres países industriales más avanzados de Europa, Gran Bretaña, Francia y Alemania, después de la Revolución Francesa. El concepto fue inventado o introducido en 1834 en Francia por el tipógrafo revolucionario Pierre Leroux, en su ensayo De l´individualisme et du socialisme (Individualismo y Socialismo).
A veces, esa fase fundacional o estado de infancia de la naciente oposición socialista es llamado socialismo utópico o temprano. Pero, es inoportuno hablar del socialismo utópico, porque ese periodo formativo aportó una enorme riqueza de experiencias de la lucha de clases y de teoremas de transformación social al proyecto anticapitalista emergente que, en retrospectiva, no tenían nada de utópico. De hecho, muchas de las contribuciones de Rousseau, Babeuf, Cabet, St. Simon, Fourier, Blanqui, Bakunin, Weitling y Owen se volvieron parte del paradigma del Socialismo Científico, elaborado por Marx y Engels, y/o siguen vigentes para la lucha de clases de hoy.
Con la obra de Marx y Engels el socialismo de la época moderna entró en su fase de madurez. Los dos genios unificaron las aportaciones individuales y nacionales en un sofisticado modelo científico de las leyes de desarrollo de la sociedad humana, basado en el paradigma de espacio-tiempo-movimiento (time-space-motion) de la ciencia moderna; en una revolución epistemológica comparable a la de Newton. Este segundo estadio evolutivo del socialismo moderno fue bautizado posteriormente “materialismo dialéctico histórico”. Su percepción pública se vio fuertemente influenciada por el célebre ensayo de Lenin, “Tres fuentes…del marxismo” (1913), donde Lenin decodifica el “genoma” del nuevo paradigma, no sin un cierto toque reduccionista impuesto por las circunstancias objetivas.
Siete décadas después, la Revolución Rusa sometió el paradigma del materialismo dialéctico histórico abruptamente a su prueba de validez empírica. La prueba se realizó bajo una contradicción fundamental: fue conducida por el más brillante revolucionario y científico marxista de su tiempo, V.I. Lenin, pero bajo condiciones objetivas terriblemente adversas. Lenin abrió las puertas de la historia al Socialismo Práctico, posteriormente bautizado como “socialismo realmente existente” o del Siglo XX. Rousseau, Babeuf, Proudhon reencarnaron en el modelo, con su condenación de la propiedad privada sobre los medios de producción; St. Simon con su internacionalismo; Blanqui con su dictadura del proletariado y, por supuesto, Marx y Engels con su síntesis de emancipación anticapitalista de la especie.
De esta manera, la tercera fase de la evolución del socialismo comenzó en un “experimento de campo”, donde muchas de sus condiciones objetivas no pudieron ser determinadas por el sujeto bicéfalo de la revolución, Vladimir Ulianov (Lenin) y el PCUS. Bajo esas condiciones, el socialismo moderno evolucionó con una fisionomía particular: propiedad estatal y pública de los medios de producción; economía no-crematística, centralmente planificada, basada en precios administrativos y precios del mercado mundial, no en el valor y el principio de equivalencia; y dictadura del proletariado, que bajo la desnaturalización stalinista se redujo a la dictadura del Partido, sin democracia participativa.
Cuando el experimento del Socialismo del Siglo XX colapsó, bajo el peso asfixiante del stalinismo, comenzó la cuarta fase de evolución del socialismo moderno: el Socialismo del Siglo XXI (S21). Su fisionomía es muy diferente a la del Socialismo Práctico, tanto en su base económica que opera sobre la economía de equivalencias democráticamente planeada, como en la superestructura, con democracia participativa en las cuatro relaciones humanas fundamentales. Ciertos teoremas de la fase evolutiva fundacional, como los certificados de trabajo de Owen y Weitling; y de Marx-Engels, como la irrenunciable prevalencia de la autodeterminación democrática de los ciudadanos frente a los grandes aparatos de poder (Iglesia, Partidos, Estado), reaparecen con nueva fuerza, y la necesaria “expropiación de los expropiadores” se conceptualiza en forma diferente a los fracasados sistemas de estatización del Socialismo del Siglo XX.
La relación entre los cuatro estadios del socialismo moderno no es de ruptura, sino de evolución. En esa perspectiva dialéctica materialista, la revolución no es la contradicción de la evolución, sino su ultima ratio (último medio). Es, como nos enseñan la física y biología avanzada, un cambio de fase del sistema que está sometido a las leyes generales del movimiento. No es una excepción al comportamiento de la materia, sino una legalidad dentro de su movimiento dialéctico.
En la próxima aportación explicaremos más a fondo la relación entre la evolución del socialismo moderno de los últimos doscientos años con las bases científicas-filosóficas del Socialismo del Siglo XXI y sus propiedades particulares, en este cuarto estadio de evolución del anticapitalismo moderno. |